Necesidad de minerales en las plantas
Como resumen para los recién llegados, vale la pena destacar que, además del agua, de la luz y del dióxido de carbono y oxígeno del aire, todos los vegetales requieren de al menos 13 minerales para sobrevivir. Ante la carencia de cualquiera de ellos, la planta empezaría a mostrar síntomas de deterioro.
¿Sabes qué es la clorosis férrica? ¿Sabrías cómo solucionarla?
El nitrógeno, el fósforo y el potasio son los más reclamados por las plantas -por sí solos suman casi tres cuartas partes de la exigencia total en minerales- y junto con el calcio, el magnesio y el azufre (también numerosos), forman los macronutrientes de las plantas. Por esta razón se les considera básicos e indispensables en la composición de muchos fertilizantes. Podrías interpretar de esto que otros son menos importantes, pero incurrirías en un error.
Síntomas de la falta de hierro
No por ser menos requerido, la falta de un micronutriente pasará desapercibida. La planta lo manifestará, por supuesto, desde el primer momento. En el caso del hierro, los síntomas iniciales aparecerán en las hojas jóvenes, evidenciando una notable pérdida de intensidad en la coloración. Su verde virará poco a poco al amarillo, en todo el limbo a excepción de sus nervios que permanecerán verdes. Es además frecuente su arbitrariedad, presentándose en unas ramas sí y en otras no.
Estas señales tan típicas servirán para diferenciarlas de otros minerales. En el supuesto del nitrógeno, por ejemplo, se observaría clorosis en toda la hoja (incluido sus haces vasculares). Además suele revelarse primero en las hojas viejas.
Los síntomas más parecidos son los provocados por la falta de magnesio y también por la del manganeso. No obstante en el magnesio, al igual que con el nitrógeno, se mostrarían antes en las hojas
Los síntomas más parecidos son los provocados por la falta de magnesio y también por la del manganeso. No obstante en el magnesio, al igual que con el nitrógeno, se mostrarían antes en las hojas
viejas.
Será con el manganeso con el que tendrás más dificultades para discernir. Como en el caso del hierro, las señales se advertirán primero en las hojas jóvenes, aunque aquí conservarán también unas franjas verdes rodeando los nervios. Esa será la sutil diferencia. Para colmo es frecuente que existan varias carencias a la vez, complicándolo todo sobremanera.
Por qué se da la carencia de hierro
La privación de hierro en la planta no es por culpa generalmente de una ausencia real en el suelo, ya que es requerido en ínfimas cantidades. Lo más común es que, por alguna razón, se encuentre bloqueado y no pueda ser asimilado por las raíces.
La causa habitual del bloqueo es un pH del sustrato inadecuado (demasiado alto para la planta). Si el soporte que la alberga tiene un pH básico (por encima de 7) se verá seguramente afectada. El hierro tendrá problemas entonces para disolverse en el agua.
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La horquilla entre 6,5 y 7 (pH neutro) es la preferida por la mayoría de especies. Es el rango donde se asimilan correctamente la totalidad de los nutrientes.
Plantas acidófilas
Esta regla se ve alterada, sin embargo, en las plantas acidófilas, con querencia por los terrenos con pH bajo. Si cultivas por ejemplo arces japoneses, brezos, hortensias, rododendros, azaleas, gardenias o camelias, estos deberían oscilar entre 4,5 y 6 o de lo contrario sufrirán de clorosis férrica.
Otros, como los cítricos, sin precisar un pH tan bajo, también gustan de un suelo ligeramente ácido. ¿Deseas unos naranjos, limoneros o mandarinos saludables? Pues utiliza un sustrato entorno 6,5.
¿Cómo averiguar el pH del sustrato? o las habituales tiras reactivas que lo señalan mediante un código de color.
El agua y el abono también pueden subir el pH
El riego reiterado con aguas pesadas (con exceso de sales minerales) también será un inconveniente para las especies delicadas. Si el agua del grifo contiene demasiada cal, mejor emplea otras opciones (agua de lluvia, mineral o destilada) o ésta acabará alcalinizando el sustrato.
Otra alternativa es bajarle el pH, añadiendo unas gotitas de zumo de limón o de vinagre.
Por la misma razón, en las plantas acidófilas no convienen los abonos habituales con altas concentraciones de sales. Debes manejar otros especiales para ellas: abonos para plantas acidófilas.
Cómo solucionar la clorosis férrica
Hasta ahora has visto cómo identificar la clorosis férrica, distinguiéndola de las demás, y cómo hacer para que no aparezca en tus plantas. Con un poco de suerte será suficiente y solo acabarás este artículo por curiosidad. Pero, si hubieras identificado los síntomas, no pasa nada. Verás que tampoco se acaba el mundo. A continuación te explico cómo solucionarlos.
Quelato de hierro
En tal situación, los abonos con fórmulas habituales no funcionarán, ya que no se trata de aportar hierro sin más. Con el inconveniente de un sustrato alcalino, el mineral no llegaría a la planta. Deberás utilizar quelato de hierro, como medida de urgencia. Eso sí, después tendrás que ocuparte del problema de verdad.
El modo de aplicación del quelato de hierro variará dependiendo de su disposición y concentración. Lo hay para pulverizarlo directamente sobre las hojas, para diluir en el agua de riego o presentado en gránulos (para esparcir sobre el sustrato).
Encuentra quelato de hierro o el sulfato de hierro.
Verás que, siempre que las hojas no estén muy deterioradas, los síntomas revertirán en poco tiempo: en el caso del foliar, poco más de veinticuatro horas.
Sustituir o mejorar el sustrato
Tras la actuación urgente, una vez paliados los síntomas, deberías ocuparte de mejorar el sustrato. Tu planta merecerá sin duda un soporte a la altura de sus necesidades.
Para ejemplares en maceta será fácil hacerte con los preparados adecuados. Existen muchos específicos, entre ellos el de tierra de brezo o castaño, especial para plantas acidófilas (lo encontrarás en el enlace).
Otra opción -más adecuada en el jardín- es enmendar el terreno, por ejemplo incorporando turba rubia (muy ácida) hasta alcanzar el pH deseado. También lo conseguirás aportando mantillo o materia orgánica, sulfato de hierro o azufre (no bajes más de un punto cada vez).
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