jueves, 6 de agosto de 2020

Acodo, bulbos y tubérculos son técnicas de propagación de especies


Acodo.

Algunas plantas presentan una tendencia natural a regenerarse mediante el autoacodo, es decir, formando raíces adventicias a partir de tallos que tocan el suelo.

Entre estas plantas se encuentran las del género Campsis, Hydrangea  anomala subsp. petiolaris y la hiedra (hereda). Algunas forman nuevas plantas mediante acodo apical.

Tipos de acodos inducidos.
Incisión en un tallo acodado.

El acodo explota la tendencia de algunos tallos en crecimiento de producir raíces en el lugar donde se realiza una incisión, mientras aún se encuentran ligados a la planta original. Una vez enraizados, los tallos o acodos se separan de la planta madre, desarrollándose por su cuenta.

Aunque requiere bastante espacio, el acodo es una buena forma de obtener un número reducido de ejemplares nuevos con relativa fiabilidad, ya que estos son alimentados por sus progenitores hasta que enraizan.

El acodo implica, en la mayoría de los casos, inclinar el tallo hacia el suelo, como ocurre en el acodo simple y en el apodo en serpentina.

El acodo explota la tendencia de algunos tallos en crecimiento de producir raíces en el lugar donde se realiza una incisión, mientras aún se encuentran ligados a la planta original. Una vez enraizados, los tallos o acodos se separan de la planta madre, desarrollándose por su cuenta.

Aunque requiere bastante espacio, el acodo es una buena forma de obtener un número reducido de ejemplares nuevos con relativa fiabilidad, ya que estos son alimentados por sus progenitores hasta que enraizan.

Realización del acodo subterráneo.
Acodo subterráneo.

El acodo implica, en la mayoría de los casos, inclinar el tallo hacia el suelo, como ocurre en el acodo simple y en el apodo en serpentina.

En el acodo subterráneo, el apodo bajo tradicional y el más complejo acodo francés, los tallos acodados también se entierran para evitar el etiolado y se podan, lo cual refuerza la energía y ayuda a crear las hormonas de crecimiento necesarias para el enraizamiento en lugares específicos de los tallos.

El acodo aéreo se utiliza con tallos que no pueden doblarse hasta el nivel del suelo; en su lugar, se coloca un medio de enraizamiento envuelto alrededor de la rama aérea.

A través de una incisión realizada la corteza, el tallo atrapa el alimento que normalmente se dirige a las raíces, consiguiendo así energía para el enraizamiento.

Órganos de reserva.

Tipos de bulbos y forma de propagación de los bulbos.

Algunas plantas poseen órganos naturales de almacenamiento de reservas que les permiten sobrevivir durante los periodos de latencia hasta que las condiciones para el desarrollo vuelven a ser favorables. Estos órganos de reserva pueden durar varios años o renovarse anualmente, y en ambos casos se trata de un proceso vegetativo de regeneración posible explotar para la producción de nuevos ejemplares.

Las especies que poseen órganos de reserva suelen denominarse colectivamente plantas bulbosas, aunque solo algunas son verdaderos bulbos.

Los bulbos son tallos comprimidos con una parte basal a partir de la cual se desarrollan raíces. 

Cada bulbo contiene una yema con un vástago embrionario o una flor embrionaria completa, envuelta con una serie de hojas carnosas denominadas escamas.

En bulbos como los narcisos, los tulipanes y las cebollas, estas escamas envuelven completamente las capas inferiores; este tipo de bulbo se describe como no escamoso, y está envuelto por una cubierta semejante al papel, llamada túnica, que lo protege del daño superficial y la sequía.

Otros bulbos, como los lirios y los del género Fritillaria, producen hojas más estrechas y con escamas modificadas que no se encuentran protegidas por una túnica; se conocen como bulbos escamosos y son más sensibles a las sequías.

Bulbillos subterráneos y bulbillos aéreos.

Los bulbos se reproducen mediante vástagos o en ocasiones mediante bulbillos subterráneos y aéreos. Lo más fácil y rápido es fragmentarlos para que se desarrollen de forma independiente.

Las plantas con bulbos pueden incrementar su número en gran cantidad mediante métodos diversos, aunque suelen ser más lentos y no siempre dan buenos resultados. Es posible dividir un bulbo en fragmentos, mediantes láminas (laminado) o en partes de escamas, cada una con una parte de la lámina basal.

Sí las condiciones son las adecuadas, es posible provocar el desarrollo de bulbillos sobre las láminas basales, a partir de las láminas o los padres de escamas. Al arrancar un bulbo escamoso del suelo, las escamas desprendidas, si se dejan en el suelo, formarán una nueva planta.

En la escamadura, las hojas transformadas en escamas se arrancan de forma deliberada para que formen bulbillos, como ocurre con el laminado y los pares de escamas.

En el caso de los jacintos, los métodos más efectivos son el vaciado y la realización de una muesca, que consiste en dañar la lámina basal, dejando un anillo externo intacto, mientras que en el de la muesca se realizan dos cortes superficiales en ángulo recto sobre la lámina basal.

Algunas plantas bulbosas producen diminutos bulbos (bulbillos subterráneos) o estructuras parecidas a bulbos (bulbillos aéreos). Estos, enraizan en el suelo o bien se arrancan para formar nuevas plantas.

Cormo y cormelos.

Cormos.

Se forman a partir de la base subterránea del tallo. Desarrolla una especie de escamas de textura parecida al papel, así como yemas, de las cuales una a dos alcanzan la superficie. En la mayoría de los casos, el cormo se renueva cada año. Formándose en la base del tallo de la estación en curso, sobre el cormo anterior. Alrededor del cormo parental pueden formarse cormos diminutos, llamados “cormelos”, que pueden utilizarse como medio de propagación.

Rizomas.

Se desarrolla normalmente en tallos subterráneos. Bien sean estos gruesos, como en el caso de los lirios barbados. Delgados, de amplia distribución y desarrollo rápido, como el de Elymus repens. Forma de corona, como el del espárrago. Los helechos producen también una serie de estructuras rizomatosas.

Cuando el rizoma crece, con frecuencia se divide en varios segmentos, cada uno con diversas yemas que se desarrollan cuando las condiciones son favorables. Los segmentos pueden cortarse para la propagación. Algunos rizomas parecen raíces carnosas; trátelos como esquejes de raíz.

Tipos de tubérculos.
Propagación con falsos tubérculos.

Tubérculos de raíz.

Son tallos modificados, con las mismas funciones y ciclo vital que los tubérculos de raíz, pero con un mayor número de yemas sobre gran parte de su superficie. Muchos tubérculos pueden provenir de una sola planta, como en el caso de la patata (Solanum tuberosum).

Los tubérculos de especies vivaces como Anemone coronaria aumentan su tamaño en la estación de crecimiento, produciendo hojas y flores en la parte superior, y raíces en el otro extremo o en ambos. Para propagar tubérculos de tallo, extraiga esquejes basales o corte en fragmentos.

Pseudobulbos.

Se encuentran únicamente en las orquídeas simpodiales cómo Cymbidium. Con frecuencia semejan yemas, pero en realidad son tallos gruesos que salen de un rizoma. Los pseudobulbos pueden dividirse de varias formas cortando por el rizoma.

Otros órganos de reserva. Ciertas plantas, por ejemplo, Saxifraga granulata y algunas especies del género Kalanchoe, desarrollan yemas redondeadas, parecidas a bulbos, en las axilas de los vástagos. Pueden propagarse del mismo modo que los bulbillos o los “cormelos”.

miércoles, 5 de agosto de 2020

Factores medioambientales que influyen en la salud

Medio ambiente y salud: una relación vital | Fundación Aquae

Factores medioambientales que influyen en la salud

La relación entre el medio ambiente y la salud humana se encuentra condicionada por diferentes factores. Conocer cada uno de ellos ayuda a tomar medidas para cuidar y proteger a la naturaleza y a nosotros mismos.

  • Factores físicos

Los factores físicos pueden ser atmosféricos o sidéricos. Por ejemplo, son aquellos que se relacionan con la calidad del aire y el cambio climático. La contaminación atmosférica o los cambios bruscos de temperatura pueden provocar en el ser humano problemas respiratorios, una mayor propensión a desarrollar alergias, complicaciones musculares y óseas, así como influir en los estados anímicos y psicológicos.

Algunos factores como las precipitaciones, la humedad, la presión atmosférica o el viento son manifestaciones naturales que pueden influir en nuestra salud, tanto física como mental, pero dependen de cada región para que sus efectos sean más o menos acusados. El ser humano ha desarrollado diversas capacidades para convivir y adaptarse a esas manifestaciones; sin embargo, el problema reside cuando, debido a la alteración del medio ambiente, estos fenómenos se hacen más extremos y, con ellos, también sus efectos en la salud humana.

naturaleza medio ambiente | LaReserva.com

La contaminación ambiental, en especial la que altera el aire que respiramos, supone un impacto negativo sobre nuestra salud. Los altos niveles de sustancias tóxicas en las ciudades es una de las causas del cambio climático y provoca enfermedades en los seres humanos.

  • Factores químicos

La producción y el uso de sustancias químicas ha aumentado y, con ello, también lo ha hecho su incidencia en el medio ambiente. Podemos encontrar sustancias químicas en el aire, el agua, el suelo y en los alimentos que consumimos. Por tanto, son elementos que podemos absorber a través del sistema respiratorio. Pero también pueden llegar a nuestro organismo por el aparato digestivo o por la piel.

Dentro de la relación entre medio ambiente y salud, la contaminación del agua es una de las problemáticas más relevantes: no solo el ser humano, sino todo ser vivo, necesita este elemento para la supervivencia. Su alteración debido a los agentes contaminantes llega al ser humano y altera su salud. Por tanto, cuidar del agua es cuidar nuestro bienestar.

  • Factores biológicos

Entre los factores biológicos se encuentran animales, plantas y microorganismos, es decir, las bacterias, los virus, los parásitos, los hongos, levaduras y sus micotoxinas, los vegetales y los alérgenos.

El carácter natural de estos factores implica que el ser humano estará expuesto a ellos de una manera u otra debido a la convivencia. Sin embargo, la alteración del medio ambiente provocará que la extensión de los virus, por ejemplo, sea más agresiva y que aumenten las enfermedades zoonóticas.

«Acabar con la fauna silvestre y sus hábitats provoca, por un lado, que los animales en ocasiones se acomoden a vivir en lugares humanizados, pudiendo transmitir nuevas enfermedades; y por otro lado, que los virus que llevan millones de años en el medio natural busquen otros huéspedes, entre los que nuestra especie, por su abundancia, es hoy más que nunca susceptible de convertirse en hospedador», explica Mónica Fernández-Aceytuno, colaboradora de Fundación Aquae y Premio Nacional de Medio Ambiente.

El centro 'Las Montañas del Quebrantahuesos' en Picos de Europa celebra el  Día de Protección de la Naturaleza

La hora de la naturaleza

El cambio en el uso del suelo, la sobreexplotación de los recursos naturales, la deforestación, la alteración de la calidad del agua potable, la generación de gases de efecto invernadero y el consiguiente cambio climático, la contaminación y la propagación de especies invasoras son actividades humanas con efectos graves para la naturaleza, para el planeta y para la salud de las personas.

Quedan diez años para que alcancemos los objetivos de la Agenda 2030 y la consecución de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Es, por tanto, la hora de la naturaleza, porque revertir todo lo anterior y tomar medidas para cuidar los ecosistemas y la biodiversidad es la única opción para conseguir un planeta sostenible. El medio ambiente y la salud humana dependen de ello.

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La palmera Yatay

  LA PALMERA YATAY Butia yatay es una especie de la familia de las palmeras (Arecaceae). Es la palmera más alta del género Butia. Descripció...