Rosas blancas...

Son tan puras y delicadas, con suave perfume... Recorría el caballero los campos del Solar, en la tierra de los Torberos. Buscando el lugar donde podría morar la dueña de esos ojos que en una tarde de otoño, lo enamorara. Iba a tranco lento su caballo zaino, mientras él observaba cada campesina que encontraba en el camino, pero ninguna era la dama de su sueño. Cuando a lo lejos, a la orilla de un lago, le llama la atención una manto de rosas blancas. Ata su caballo en un tornasolado árbol y caminó sobre la tierra rojiza y seca. Cuanto más se acercaba más rara veía a las rosas, hasta que las vio bien de cerca, eran rosas blancas que lloraban lágrimas de sangre, tomo una en sus manos y ante su asombrada mirada, se transformo en polvo. No entendía nada, se quedo un rato mirándolas y con la intriga en su corazón, decidió seguir. Monto su caballo y retomo camino, volteó su cabeza por un instante la imagen del lugar no podía borrársele pero su asombro...