lunes, 12 de diciembre de 2011

El abono orgànico y el suelo


La fertilidad del suelo no cultivado se mantiene cuando la tierra está protegida por la vegetación. Los nutrientes que toman las raíces vuelven al suelo con los restos de estas plantas. Cuando las plantas sirven de alimento a animales, los nutrientes regresan cuando los animales mueren o con sus excrementos. Es decir, existe un ciclo natural que asegura la restitución de los nutrientes consumidos.
En un suelo cultivado, se rompe este ciclo. Los nutrientes no regresan al suelo, porque quedan en las plantas que se cosechan. Los rastrojos se usan como forraje o se queman. Así, disminuyen los nutrientes y la fertilidad.

Para evitar el empobrecimiento del suelo, es necesario restituirle los nutrientes perdidos. El fertilizante más adecuado es el abono orgánico. El estiércol es un abono completo y equilibrado, es decir, tiene todos los nutrientes que necesita la planta y en las proporciones convenientes. También es muy recomendable el composte y los abonos verdes. No sólo incorporan nutrientes, sino que mejoran la textura del suelo. Al aumentan su porosidad, aumentan su aireación y su capacidad de retener la humedad.
El cultivo de leguminosas (frijol, lupino, trébol, acacias) es de gran utilidad para la agricultura sostenible. Tienen la propiedad de fijar nitrógeno, gracias a la asociación simbiótica entre determinado tipo de bacterias y las raíces de leguminosas.
Las bacterias se desarrollan en pequeñas colonias situadas en las raíces y producen el nitrógeno en forma asimilable por las plantas. En cambio, las plantas les ceden sustancias orgánicas que las bacterias necesitan y no pueden producir. Las plantas utilizan el nitrógeno que reciben de las bacterias para la fabricación de proteínas vegetales.
Las leguminosas son un excelente abono verde para el suelo. Los abonos verdes son cultivos que se utilizan para proteger y nutrir el suelo. No se cosechan porque se entierran cuando están en flor, que es cuando poseen la mayor cantidad de nutrientes. Durante su crecimiento, forman una cobertura vegetal (se siembran muy tupidos) que reduce la erosión.
Además, esta cobertura vegetal protege la superficie del suelo de la exposición continua a los rayos del sol. Estos rayos aceleran la descomposición de la materia orgánica, lo que disminuye su presencia.
Cuando los abonos verdes se entierran, se descomponen dentro del suelo, aumentando los nutrientes, la actividad de los microorganismos y mejorando la textura.
Otro abono orgánico es el compost. se hace con restos de verduras, hierbas, estiércol y tierra. Puede agregársele ceniza de madera o cal apagada.
Esta mezcla se descompone con la ayuda de los insectos despedazadores y los microorganismos, y puede alcanzar temperaturas de 55 grados o más. Esta temperatura produce la muerte de los organismos patógenos y las semillas de malas hierbas que pudiera contene

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